Todos conocemos ese dicho de que una imagen vale más que mil palabras, pero ¿que pasa con los olores?
Sin duda alguna también pueden ayudarnos a manifestar muchos sentimientos, o a recordar momentos de nuestro pasado. Es lo que debió inspirar a la creadora de Madeleine, la peculiar cámara a la que vamos a dedicar el artículo de hoy.
Y es que aunque por lo general cuando escuchamos la palabra cámara inmediatamente lo relacionamos con la captura de imágenes, el ingenio humano van más allá. Por lo menos el ingenio de Amy Radcliffe, que en 2013 diseñó una cámara para capturar olores, una «scentography camera» a la que bautizó Madeleine (en honor a la historia de Marcel Proust en «En busca del tiempo perdido» sobre la memoria involuntaria provocado al morder una magdalena).
La idea detrás de Madeleine es la de «fotografiar» olores y rescatarlos más allá del espacio y del tiempo para que podamos recurrir a ellos en cualquier momento de nuestras vidas. Si el almacenamiento de nuestros recuerdos en medios audiovisuales te resulta incompleto, combinar la cámara tradicional con esta «escentocámara» te permitiría revivir el recuerdo de una forma mas completa al activar otros sentidos sensoriales.
El prototipo que diseñó Radcliffe está basado en técnicas que fueron desarrolladas en los años 70 por el químico suizo Roman Kaiser para capturar olores para la industria del perfume.
¿Cómo funciona Madeleine?
Madeleine está compuesta por unos tubos conectados por un lado a una pequeña caja de cerámica y por otro a un embudo. Para capturar un olor se coloca el embudo sobre el objeto o el ambiente del que queremos recoger el olor. Una bomba se encarga de succionar el aire hacia una cápsula que atrapa el olor gracias a una resina llamada Tenax que absorbe las partículas que conforman ese olor. El tiempo para procesar un olor depende del tipo de objeto o ambiente, puede ser tan solo unos minutos si el olor es fuerte, o puede tardar hasta un día para olores más sutiles.
Una vez terminado, la cápsula de resina se envía a un laboratorio que se encarga de procesarla utilizando un aparato de cromatografía de gases-espectrometría de masas (GC-MS), que analiza las partículas atrapadas en la resina y produce la fórmula de componentes del olor. Con esa fórmula se puede recrear ese mismo olor de forma artificial.
El hecho de tener que ir a un laboratorio es algo que nos hace recordar los antiguos métodos de revelado de fotografía donde teníamos que llevar los rollos fotográficos de nuestra cámara analógica a la tienda. La fotografía ha tenido muchos años para evolucionar y llegar a las tecnologñias digitales que tenemos hoy.
De momento, la «escentografía» acaba de empezar. Radcliffe ya ha mandado varias muestras para analizar y estaba a la búsqueda de financiación para poder desarrollar y comercializar su prototipo. Esperemos que lo consiga. Nos parece un gran avance poder guardar nuestros recuerdos más importantes no solo visualmente, sino también con olores para que podamos percibir de nuevo aquella fragancia que los acompañaba. El olfato está conectado directamente con nuestra memoria emocional. Imagina poder capturar el olor de aquella chica que tanto nos gustaba, o el olor de la flor que te regalaron en una fecha en especial o el aroma de un día de playa.