Marianne Tarun, estudiante del departamento de física de la Universidad de Washington, es la joven que ha descubierto por azar un superconductor cuyas posibilidades son enormes. Marianne descubrió que exponiendo un cristal de titanato de estroncio a la luz, su conductividad eléctrica aumentaba nada menos que un 400%.
Este descubrimiento fue totalmente por casualidad. El laboratorio del Profesor Matthew McCluskey, donde trabajaba esta estudiante, estaba investigando los posibles usos del titanato de estroncio, un óxido que genera unos cristales muy similares a diamantes y que, a parte de utilizarse para hacer diamantes falsos, se suelen utilizar en óptica. Y hasta ahora se se consideraba que los cristales de titanato de estrocio eran semiconductores de la electricidad.
El descubrimiento accidental ocurrió mientras Marianne medía la conductividad eléctrica de varias muestras de este cristal y vió que una de ellas había dado un resultado completamente sorprendente, tenía una conductividad eléctrica muy superior a la que tenían el resto de las muestras. Primero comprobaron que no se tratara de alguna contaminación en ese cristal y finalmente descubrieron que el hecho de aquella muestra tuviera una conductividad mayor se debía a que había sido expuesta a la luz del laboratorio con anterioridad, mientras que las otras habían estado en todo momento guardadas en un cajón. El fenómeno por el que se produce este aumento en la conductividad se llama fotoconductividad persistente.
Pero lo más importante de este hallazgo y lo que lo distingue de otros supercoductores es que con tan solo diez minutos de luz el titanato de estroncio se vuelve un 400% más conductor, mientras que otros conductores requieren días para llegar al mismo resultado, además de que su superconductividad dura varias semanas.
Y lo más importante de cara a potenciales aplicaciones, no necesita enfriamiento como sucece con otros conductores. El titanato de estroncio alcanzaba sin problemas esta alta conductividad a temperatura ambiente, algo esencial si se incorporara en nuestros dispositivos de uso común. No sería muy práctico que para que funcionaran necesitáramos enfriarlos a las bajísimas temperaturas que requieren muchos superconductores, las cuales solo se alcanzan por ejemplo con nitrógeno líquido.
A raíz del decubrimiento, el equipo del Profesor Matthew McCluskey publicó un estudio detallando las posibilidades de uso de este cristal, entre las que destaca su inclusión en la fabricación y mejora de chips y sistemas de almacenamiento electrónicos, es decir discos duros, pen drives, etc.
Sin más os dejamos con el vídeo en el que la propia protagonista del descubirmiento, Marianne Tarun, y el Profesor Matthew McCluskey nos relatan su sorprendente descubrimiento.